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Wednesday, February 17, 2010

Febrero 17

Escribo entre hojas dispersas sobre el escritorio que solo existe para que esas hojas estén desordenadas, con fechas y nombres. Los días, como un cronograma de condena inevitable. Las horas, fijas, anunciando nuestro estar ahí, el permanecer en ese lugar. La oficina, con sus ventanales de vidrio, que dan a un pasillo donde las personas aguardan y transcurren. El deseo asfixiado entre carpetas, en un archivo inexorable; Fotos y fichas, firmas. El sol en un calendario, mas allá, un paisaje de Portugal en un retrato y el silencio repentino, como un estruendo que aligera la lentitud, reflejo de realidad, grito que nos despierta en mitad de la madrugada. Entonces me reincorporo, busco, entre tachones, el extremo blanco de una hoja y trazo lineas, con una urgencia de vida, reducida en este espacio:
Cuando pensar duele en los ojos abiertos y aturdidos, hablar nos pesa en el ahogo que es el silencio de un universo quieto: Las manos solo abrazan la libertad que se desliza, fria y plomiza, en un pronto quebrar en la voz esta lluvia... La oscuridad se vuelve infinita en lo posible, late, desde lo profundo. Mar que nos aleja, adentrándonos. Tranquilidad alguna vez, que fue el calor. Me vuelvo débil al recordar y ya no tengo temor, ni hace frío.

Wednesday, February 03, 2010

Desplazamiento lineal



Aún a pesar de todo cuando hay... Sin que importe.
La tarde se vuelve un gesto en el rostro de la realidad de todo.
El reloj indica la hora en la cual, el tiempo deja de latir.
Voces que irrumpen en los espacios que penden
antiguos, del nuevo brillo...
Quietud cíclica de la casualidad o el destino.
Retorno eterno sin ser y siendo, que me trae y olvida,
escaleras arriba, en la memoria. Incerteza conciente
de saber e ignorar, ese angosto pasillo
y el aula. Muros de vidrio.
Silencio que adormeció mi sueño.