Y del otro lado esta ella, anocheciendo, como el resplandor del cielo que se extiende, sobre una cercan��a imposible; Rumor de olas que golpean sobre la arena constante, en un viento hecho de espuma dispersa. Entregada a ese sue��o de agua m��vil, deambula, cielo sobre cielo, sin desprenderse de todo ello. Su prisi��n contiene la libertad; Es el reposo de esa especie de existencia, que ni la muerte cerca. Su mirada tiene esa visi��n de resplandor mudo, como un gran mar, rodeando un paisaje de naufragios. Extrav��os, desordenes lineales, laberintos hechos de arena suave, sonando en el vaci��, construidos por sus manos, que sostienen, diferente modo, la misma angustia.