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Pasadizos y atajos


Libre, en este lapso de no saber que se es. Entre vaivenes de estupor. En la visión que se estremece, como quien descubre la vida, acaba de nacer, y morir es una lucidez que nos completa. Miramos. El poeta sabe de la soledad y sus fantasmas; Son pensamientos que se materializan, faltos de sentidos. Trepando entre sombras y ausentes de silencio, siguen esa voz. Ella está lejos. No supo entender que morir y vivir es ser un místico o ya no creer en nada, y nadie mas puro en la visión, que aquel que negando, espera. Ella no entendió el golpe sobre mí. La fuerza que tienen las palabras. Que el amor no se sabe y cuando se sabe no es amor; Porque habita fuera y no podemos vivir solo dentro. Ella entendió y sin darse cuenta, abrazo los sueños que atan las manos, hasta hacernos libres. Pero son sus ojos el modo de ver con claridad y sin ella, no hay poesía, ni saber el no camino, alcanza. Lejana compañía. Los dias encuentran, cada noche, un reflejo en esa misma luz. Tienen el rostro en el cual, los golpes impactan y la dolencia hiere, con su alivio.



 

Enredos y cegueras del alma; cercanías y distancias. Vacía incomunicación que nos arroja a una realidad que desconocemos, pero el tenernos nos basta.

¿El poeta ha sido encadenado por una niña con ojos de duende?

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